El día 8 de junio del 2010, se publicó en La Jornada una nota sobre la exigencia de los pueblos negros por su reconocimiento, pero la nota no se queda ahí, si quieren consultar el artículo basta con un click.
En torno a esa nota, me he permitido hacer la siguiente reflexión:
Aunque no demerito el trabajo intelectual y los aportes que se puedan hacer para la reivindicación de muchas culturas y/o clases sociales desde la academia; a mi consideración, sería más conveniente que las reflexiones y las exigencias sobre su devenir partieran desde el mismo grupo en cuestión, en este caso los mal llamados afrodescendientes y autoreivindicados como negros.
No dudo que pueda nacer empatía desde diferentes y tal vez ajenos grupos, pero qué pasa con la autodeterminación de los pueblos, qué pasa cuando, en este caso los negros de la costa chica deciden reunirse y organizarse para que se les reconozca como lo que se consideran, qué pasa con todos los debates nacidos desde la academia que se han empeñado en, como bien se quejan estos grupos, suavizar el término negro.
Negros han sido para la explotación y para la discriminación, pero qué pasa si ellos quieren que se les nombre como tal a pesar de que se pueda alegar que el término está cargado de un significado peyorativo, qué tal que junto a este mal recuerdo surge uno nuevo cargado de esperanza por reivindicarlo sin tener que emplear otro que en algún momento permita el olvido.
Sin embargo, la importancia a mi parecer, no radica únicamente en sus preferencias, trasciende a un nivel político para, como en el caso de los indígenas, poder hacer uso de derechos particulares como ellos mismos lo mencionan, para que exista una reivindicación de carácter nacional y que se cuente por ejemplo, en un plan de estudios, de salud y de vivienda, entre otros; como primer paso para lograrlo exigen al Inegi su reconocimiento.
Me parece destacable que comiencen a existir grupos organizados para su reivindicación, de tal forma que exijan sus derechos, sin duda es un muy buen comienzo y ejemplo para otros grupos olvidados aunque no es suficiente, pero dejemos que ellos lo decidan.
Griselle Angulo González.
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